No me ha dado tiempo a escribir nada cuando, al terminar
esta plantilla, nos hemos ido a la concentración frente al Lluis Vives en
protesta por las desmedidas represiones de los recientes días frente al paro de
tráfico organizado por estudiantes. Por ello he retrasado su publicación en el
blog, y me alegro. Me alegro porque mi mirada es algo más optimista, porque en
lugar de hablar sobre la brutalidad, el esbirrismo o la deshumanización de las
fuerzas policiales, puedo hablar de cómo una sociedad responde cuando algún
organismo se pasa de la raya. Es una lástima que no ocurra más veces, y que a
veces la gente se movilice por causas absurdas (lo que es o no absurdo siempre
será un largo tema de debate) pero ante el pulso de la represión, hoy ha ganado
la gente. Y no porque las fuerzas del orden sean incapaces de “repeler” a la
cantidad de gente que hoy se manifestaba (corrían rumores de refuerzos desde
otras ciudades, que no se han visto, la presencia policial era infinitamente menor hoy) sino porque los dirigentes han comprendido que estamos
dispuestos a hacerles pagar un alto precio por la represión, que no nos
marchamos a casa cabizbajos, entumecidos por el miedo, sino que tendrán que
mancharse más las manos y hundirse más profundo en la ignominia si pretenden
acallarnos.
No obstante el tema original de la plantilla sigue estando
vigente. Por muy “meros instrumentos” que se consideren a nivel individual los
agentes de policía, no hay justificación para las actitudes que he tenido el
dolor de presenciar, no ya a través de los videos difundidos por la red, sino
in situ. Donde no se te escapa la expresión de una cara, las actitudes de unos
y otros, todas comprensibles, pero no por ello no juzgables. Hay días en los
que por muy orgulloso que esté uno de su trabajo, te da vergüenza pertenecer a tu colectivo. A mi me pasa siendo profesor, ni me imagino dónde estaría si
fuera policía.